El árbol de los amigos
Poema de Jorge Luis Borges.
Existen
personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de
haberse cruzado en nuestro camino.
Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas
pasar, más otras apenas vemos entre un paso y otro. A todas las llamamos amigos
y hay muchas clases de ellos.
Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros
amigos. El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga
mamá, que nos muestra lo que es la vida. Después vienen los amigos hermanos,
con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como
nosotros. Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y
deseamos el bien.
Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no
sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los
denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben
cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz. Y a veces uno de esos
amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado un amigo
enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a
nuestros pies.
Más también hay de aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas
vacaciones o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas
sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca.
Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes,
aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla
siempre aparecen entre una hoja y otra. El tiempo pasa, el verano se va, el
otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro
verano y otras permanecen por muchas estaciones.
Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron
continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de
momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.
Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad.
Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre deja
un poco de sí y se lleva un poco de nosotros.
Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrán de los que no
nos dejarán nada. Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba
evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.
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