martes, 11 de diciembre de 2012

Los grandes amores de nuestras vidas, son dos?
 (Extraído del libro El Zahir-Paulo Coelho)
















"Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores; uno con el que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos... Esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella...

Y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que perderás siempre.Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y les impedirán,siempre, alcanzar un final feliz. Hasta que cierto día dejarán de intentarlo…Se rendirán y buscarán a esa otra persona que acabarán encontrando.

Pero te aseguro que no pasarás una sola noche, sin necesitar otro beso suyo, o tan siquiera discutir una vez más... Todos saben de qué estoy hablando, porque mientras estabas leyendo esto, se ha venido a tu mente, su nombre a la cabeza.

Te libraras de él o de ella, dejaras de sufrir,conseguirás encontrar la paz (le sustituirás por la calma), pero te aseguro que no pasará un día en que desees que estuviera aquí para perturbarlo. Porque,a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas,que haciendo el amor con alguien a quien aprecias."

domingo, 9 de diciembre de 2012

Escena Malec

Hace algún tiempo Cassandra Clare, escritora de la exitosa Saga Cazadores de Sombras, de la cual yo soy una de sus Shadowhunters, publicó una escena extra, que nos relata como fue el primer beso de una de nuestras parejas preferidas, Magnus y Alec (Malec). Espero la disfruten tanto como yo lo hice, estoy segura les encantara y los amaran aun más, mi perfecta pareja gay. 



ESPECIAL: BESO

Estaba impreso en papel fino, casi pergamino, en una delgada y elegante mano. Anunciaba una reunión en la humilde casa de Magnus, un magnifico Brujo, y al asistente prometía "una calurosa tarde de delicias más allá de tus salvajes fantasías." - Ciudad de Hueso.

Parado en el hueco de la escalera del hogar de Magnus, Alec observó el nombre debajo del timbre de la pared. BANE. El nombre realmente no parecía encajar con Magnus, reflexionó, al menos, no ahora que lo conocía. Si tú realmente pudieras decir que conoces a alguien cuando asistes a una de sus fiestas, una vez, y después ellos salvan tu vida pero no estás consciente para agradecerle. Pero el nombre de Magnus Bane le hizo pensar en una especie de figura imponente, con grandes hombros y una túnica morada formal de brujo, invocando al fuego y al relámpago. No a ese Magnus, quién era más bien una mezcla entre pantera y un elfo loco.
Alec respiró hondo y dejó salir el aire. Bueno, había llegado tan lejos, que tal vez podría seguir adelante. En lo alto, la bombilla descubierta colgaba como sombras barridas, mientras se aproximaba hacia delante y presionaba el timbre.
Un momento después una voz hizo eco a través del hueco de la escalera. "¿QUIÉN INVOCA AL ALTO BRUJO?"
"Emm" dijo Alec. "Soy yo. Que diga, Alec. Alec Lightwood"
Hubo una clase de silencio, como si incluso el mismo pasillo se hubiera sorprendido. Después un sonido metálico, y la segunda puerta se abrió, dejándolo dentro de la escalera. Se dirigió hacia las tambaleantes escaleras dentro de la oscuridad, las cuáles olían como a pizza y polvo. El ascenso al segundo piso era brillante, la puerta al otro extremo abierta. Magnus Bane estaba apoyado en la entrada.
Comparado con la primera vez que Alec lo vio, lucía bastante normal. Su cabello negro todavía estaba en picos, y parecía adormilado; su cara, incluso con esos ojos de gato, muy juvenil. Usaba una camiseta negra con las palabras UN MILLON DE DOLARES colocada a través del pecho en lentejuelas, y vaqueros que colgaban bajos en sus caderas, tan bajos que Alec apartó la mirada, mirando hacia sus propios zapatos. Los cuáles eran aburridos.
"Alexander Ligthwood," dijo Magnus. Tenía el leve rastro de acento, uno en el que Alec no podía poner sus dedos en la pronunciación de las vocales. "¿A qué debo el placer?"
Alec miro detrás de Magnus- "¿Tienes- compañía?" 
Magnus cruzó sus brazos, lo que hizo lucir bien a sus bíceps, y se apoyo contra el lado de la puerta. "¿Por qué quieres saberlo?"
"Esperaba poder tener una charla contigo."
"Hum." Los ojos de Magnus lo miraban de arriba a abajo. Realmente brillaban en la oscuridad, como el de los gatos. "Bien, entonces." Se volteó abruptamente y desapareció dentro del departamento; después de un momento de sorpresa, Alec lo siguió.
El desván lucía diferente sin cientos de cuerpos mezclándose en él. Era - bueno, no común, pero la clase de espacio en el que alguien tal vez viviría. Como la mayoría de los desvanes, tenía una enorme habitación central divida en "cuartos" por un grupo de muebles. Había una colección de cuadros, de sofás y mesas ubicadas a la derecha, hacia donde Magnus hizo un gesto a Alec. Alec se sentó sobre un sofá de terciopelo dorado con elegantes volutas de madera en los brazos.
"¿Te apetece un poco de té?" preguntó Magnus. No estaba sentado en una silla, pero se había tendido sobre una otomana con mechones y sus largas piernas estiradas frente a él.
Alec asintió. Se sentía incapaz de decir algo. Algo que fuera interesante o inteligente. Era siempre Jace el que decía las cosas inteligentes e interesantes. Él era el parabatai de Jace y esa era toda la gloria que necesitaba o quería: ser la estrella oscura de un supernova. Pero este era un lugar donde Jace no podía acompañarlo, algo con lo que Jace no podía ayudarlo. "Seguro."
Su mano derecha sintió calor de repente. Miró hacia abajo, y se dio cuenta de que sostenía una taza de papel encerado de Joe, el Arte del Café. Olía como a Chai. Saltó, y apenas escapó de derramárselo sobre sí mismo. "Por el ángel -"
"Me ENCANTA esa expresión," dijo Magnus. "Es tan original."
Alec lo miró. "¿Robaste este té?"
Magnus ignoró su pregunta. "Así que," dijo "¿Por qué estás aquí?"

Alec tomó un trago del té robado. "Quería agradecerte," dijo, cuando tomo algo de aire. "Por salvar mi vida."
Magnus se inclinó hacia atrás sobre sus manos. Su camiseta rodó sobre su estómago plano, y esta vez Alec no tenía hacia dónde mirar. "Tú quieres agradecérmelo."

"Salvaste mi vida," dijo Alec, de nuevo. "Pero yo estaba delirando, y no creo que realmente te haya dado las gracias. Sé que no tenías que hacerlo. Así que gracias."
Las cejas de Magnus desaparecieron en su línea de cabello. "¿De... nada?"
Alec colocó su té abajo. "Tal vez debería irme."
Magnus se levantó. "¿Después de haber llegado tan lejos? ¿Todo el camino hacia Brooklyn solo para agradecérmelo?” Estaba sonriendo. "Eso sí que sería una pérdida de esfuerzo." El se acercó y puso su mano sobre la mejilla de Alec, su pulgar acariciando su pómulo. Su toque se sentía como fuego, formando chispas a su paso. Alec se paralizó sorprendido - sorprendido del gesto, y sorprendido del efecto que estaba teniendo de él. Los ojos de Magnus se redujeron, y retiró su mano. "Huh," se dijo a sí mismo.

"¿Qué?." Alec repentinamente se preocupó sobre si había hecho algo mal. "¿Qué es?"
"Es tan sólo que..." Una sombra se movió detrás de Magnus; con fluida agilidad, el Brujo miró alrededor y recogió del suelo a un pequeño y atigrado gato de color gris y blanco. El gato se enredó misteriosamente en su brazo y miraba a Alec con sospecha. Ahora dos pares de ojos dorado-verdes lo observaban. "No era lo que esperaba."
"¿De un Cazador de Sombras?”
"De un Lightwood."
"No sabía que conocieras tan bien a mi familia."
"He conocido a tu familia desde hace cientos de años." Los ojos de Magnus buscaban su rostro. "Y tu hermana, ella es una Lightwood. Tu -"

"Ella dijo que yo te gustaba".

"¿Qué?"

"Izzy. Mi hermana. Me dijo que yo te gustaba. Te gustaba. Te gustaba."

"Me gustabas, ¿Me gustabas?” Magnus enterró su sonrisa en la piel del gato. "Perdona. ¿Tenemos doce años? Yo no recuerdo haber dicho nada a Isabelle..."

"Jace lo dijo también." Alec fue contundente; era la única manera que conocía como ser. "Que yo te gustaba. Que cuando él subió aquí arriba, tú pensabas que era yo y te decepcionaste al ver que era él. Eso nunca sucede."

"¿No sucede? Bueno, debería."

Alec se sobresaltó. "No - me refiero a Jace, él es.... Jace."

"Él trae problemas," dijo Magnus. "Pero tú no tienes malicia. Lo cuál en un Lightwood, es una adivinanza. Ustedes siempre han sido una familia trazada, como unos Borgia de renta baja. Pero no hay mentiras en tu cara. Tengo el sentimiento que todo lo que dices  es sincero."

Alec se inclinó hacia delante. "¿Quieres salir conmigo?”

Magnus parpadeó. "Ves, eso es a lo que me refiero. Sincero."

Alec se mordió el labio y no dijo nada.

"¿Por qué quieres salir conmigo?," inquirió Magnus. Estaba frotando la cabeza de Presidente Miau, sus dedos largos doblaban las orejas del gato hacia abajo. "No es que no seas altamente deseable, pero la manera en qué lo has pedido, parecía como si pidieras algún tipo de ajuste”

"Lo hago," dijo Alec. "Y pensaba que yo te gustaba, y dirías que sí, y podría intentar - quiero decir, podríamos intentar -," Puso su cara entre las manos. "A lo mejor fue un error."

La voz de Magnus fue suave. "¿Sabe alguien que eres gay?”

Alec sacudió la cabeza; se encontró respirando un poco fuerte, como si hubiera corrido una carrera. Pero que podía hacer, ¿negarlo? ¿Cuando vino aquí a hacer exactamente lo contrario? "Clary," dijo, con voz ronca. "Lo que fue... Fue un accidente. E Izzy, pero ella nunca dirá nada."

"No a tus padres. ¿No a Jace?"

Alec pensó sobre Jace sabiéndolo, y alejó el pensamiento, fuerte y rápido. "No. No, y no quiero que ellos lo sepan, especialmente Jace."

"Pienso que podrías decírselo." Magnus frotó la barbilla de Presidente Miau. "Se rompió en pedazos como un puzzle jigsaw cuando pensó que ibas a morir. Se preocupa -"

"Pienso que mejor no." Alec seguía respirando rápidamente. Se frotó las rodillas de sus vaqueros con los puños. "Nunca he tenido una cita," dijo en voz baja. "Nunca he besado a nadie. Nunca. Izzy dijo que yo te gustaba y pensé -"

"No soy indiferente. ¿Pero te gusto? Porque este tema de ser gay no significa que debas arrojarte a cualquier chico y estará bien porque no sea una chica. Hay gente que te gusta y gente que no."

Alec pensó en su habitación en el Instituto, estando en un dolor delirante y envenenado cuando Magnus entró. Apenas le había reconocido. Estaba casi seguro que había estado gritando por sus padres, por Jace, por Izzy, pero su voz solo podía salir en un susurro. Recordó las manos de Magnus sobre él, sus dedos frescos y suaves. Recordó el fuerte agarre que mantuvo en el pecho de Magnus, por horas y horas, incluso después que el dolor se fuera y sabía que estaría bien. Se recordó mirando la cara de Magnus en la luz del amanecer, el oro del amanecer brillando como oro en sus ojos, y pensando lo extrañamente precioso que era, con su mirada y gracia de gato."

"Sí," dijo Alec. "Me gustas."

Se encontró con la mirada de Magnus de frente. El brujo le estaba mirando con una especie de mezcla de curiosidad, afecto y asombro. "Es tan extraño," dijo Magnus. "Genérico. Tus ojos, ese color -." Se paró y sacudió la cabeza.

"Los Lightwood, ¿sabías que nunca tuvimos ojos azules?”

"Monstruos de ojos verdes," dijo Magnus, y sonrió. Depositó a Presidente Miau en el suelo, y el gato se movió hacia Alec, y se frotó contra su pierna. "A Presidente le gustas."

"¿Es eso bueno?”

"Nunca salgo con alguien que no le guste a mi gato," dijo Magnus fácilmente, y se levantó. "Así que digamos, ¿Viernes por la noche?".

Una gran ola de alivio llegó a Alec. "¿De verdad? ¿Quieres salir conmigo?”

Magnus sacudió su cabeza. "Tienes que parar de jugar al difícil de conseguir, Alexander. Hace las cosas difíciles." Sonrió. Tenía una sonrisa como la de Jace - no era como si ellos se parecieran, pero el tipo de sonrisa que ilumina todo su rostro. "Vamos, te acompaño a fuera."

Alec se dirigió detrás de Magnus hacia la puerta principal, sintiendo como si el peso se hubiera ido de sus hombros, uno que ni él sabía que estaba llevando. Por supuesto que tendría que sacar una excusa sobre dónde iba a ir el viernes por la noche, algo en lo que Jace no quisiera participar, algo que necesitara hacer solo. O podría pretender que estaba enfermo y escaparse. Estaba tan perdido en sus pensamientos que casi tropezó con la puerta principal, contra la que Magnus estaba apoyado, mirándolo con ojos entrecerrados como medias lunas. 

"¿Qué sucede?," dijo Alec.

"¿Nunca has besado a nadie?," dijo Magnus. "¿Nadie en absoluto?”

"No," dijo Alec, esperando que eso no le descalificara para salir con él. "No un beso de verdad."

"Ven aquí." Magnus lo cogió por los codos y lo acercó más. Por un momento, Alec estaba totalmente desorientado por la sensación de estar tan cerca de otra persona, la clase de persona de la que él quería estar cerca tanto tiempo. Magnus era alto y delgado, pero no flaco. Su cuerpo era duro. Sus brazos ligeramente musculosos, pero fuertes. Era centímetros más alto que Alec, lo cual era raro, y se complementaban a la perfección. Los dedos de Magnus estaban debajo de su barbilla, levantando su cabeza ligeramente, y entonces se besaron. Alec escuchó un sonido saliendo de su propia garganta y luego sus bocas se fundieron con una urgencia descontrolada. Magnus, Alec pensó encantado, realmente sabía lo que hacía. Sus labios eran suaves, y superaba a Alec en experiencia, explorando su boca: una sinfonía de labios, dientes, lengua,.. Cada momento despertando sensaciones que él ni sabía que tenía.

Encontró la cintura de Magnus con sus dedos, tocando su piel desnuda, la cual había estado evitando mirar hasta el momento, y deslizó su mano bajo la camiseta. Magnus se tensó por la sorpresa, pero luego se relajó. Dejó correr sus manos por los brazos de Alec, por su pecho, su cintura, encontrando las tiras del cinturón de Alec, tirando de ellas y acercándolo más. Su boca dejó la de Alec, y Alec sintió la presión caliente de sus labios por la garganta, donde la piel era tan sensible que parecía estar conectada con los huesos de sus piernas, las cuales estaban a punto de desfallecer. Justo antes de caerse al suelo, Magnus lo soltó. Sus ojos brillaban, y también lo hacía su boca.

"Ahora ya has sido besado," dijo, pasando por detrás de él y abriendo la puerta. "¿Nos vemos el Viernes?”

Alec aclaró su garganta. Se sentía mareado, pero también aliviado. La sangre corría por sus venas como un coche de fórmula uno, todos los colores parecían brillar. Mientras salía por la puerta, se giró y miró a Magnus, quién le miraba con gracia. Dio un paso adelante y estiró al brujo hacia él. Magnus cayó sobre él, y Alec le besó. Fuerte, rápido, confuso, sin práctica, pero con todo lo que tenía dentro. Atrajo a Magnus más cerca de él, su propia mano entre los dos, y sintió el corazón de Magnus dar un brinco en su pecho.

Dejó de besarle y se apartó.

"El Viernes." dijo, y dejó que Magnus se marchara. Dio la vuelta y se alejó por el pasillo, Magnus mirándole. El Brujo cruzó los brazos y se acomodó la camiseta donde Alec lo había agarrado, y sacudió la cabeza, sonriendo.

"Lightwoods," dijo Magnus. "Siempre tienen que tener la última palabra."

Cerró la puerta detrás de él, y Alec corrió bajando las escaleras de dos en dos, la sangre palpitando en sus oídos como si fuera música.


* Traducción por CDS México y The Mortal Instruments News en Español*

sábado, 8 de diciembre de 2012

SAGA HUSH HUSH DE BECCA FITZPATRICK

Me encanta esta saga, es increíble cada libro esta lleno de intriga, misterio, emoción, y un amor prohibido. Los personajes son fuertes y cambian sus ideales conforme avanza la historia. Chicos malos por doquier. 

¿Te atreves a sentir la química entre Nora y Patch?      
                                                                       
HUSH HUSH

Un juramento sagrado. Un ángel caído. Un amor prohibido. 

Nora Grey, una alumna aplicada en busca de una beca para la universidad, vive con su madre viuda en una granja a las afueras de Pórtland, Maine. Cuando Patch se convierte en su nuevo compañero de instituto, Nora siente a la vez atracción y repulsión hacia este extraño personaje que parece tener acceso a sus pensamientos. Luego se entera de que Patch es un ángel caído que quiere convertirse en humano. Nora está bajo su control, pero hay también otras fuerzas en juego y de repente se encuentra viviendo hechos inexplicables y en medio de una situación muy peligrosa.






CRESCENDO


Nora debió haber sabido que su vida estaba muy lejos de ser perfecta. Las cosas no le están yendo bien a pesar de que comenzó una relación con Patch, su ángel guardián, (quién, aparte del título, puede ser descrito como cualquier cosa menos angelical) y sobrevivió a un atento contra su vida. Patch está comenzando a alejarse y Nora no sabe si es por el bien de ella o si se debe a que su interés ahora está dirigido hacia su archi-enemiga, Marcie Millar. Cabe mencionar que Nora está siendo asechada por imágenes de su padre y se ha obsesionado con descubrir qué pasó en realidad con él aquella noche en que se fue a Portland y nunca regresó a casa. 

Mientras más se envuelve en el misterio de la muerte de su padre, más se convence Nora de que su sangre Nephilim tiene algo que ver con eso y con el hecho de que ella siempre parece estar más en peligro que una muchacha normal. Y ya que Patch no está contestando a sus preguntas y parece ser un obstáculo en su camino; ella tendrá que comenzar a encontrar las respuestas por su cuenta y confiando demasiado en el hecho de que ella tiene un ángel guardián, esto la pondrá en peligro una y otra vez.


SILENCE

La confusión se ha disipado y ya no hay nada que perturbe la relación entre Patch y Nora. Han superado los secretos que se escondían en el oscuro pasado de Patch..., han atravesado mundos irreconciliables..., se han enfrentado a pruebas sobrecogedoras de traición, lealtad y confianza..., y todo ello por un amor que trasciende los límites entre el cielo y la tierra. Armados con la fe absoluta que tienen el uno en el otro, Patch y Nora se enfrentan ahora a un villano que pretende acabar de una vez y para siempre con cuanto han luchado por conseguir, incluido su amor.






FINALE

Nora está más segura que nunca de que está enamorada de Patch. Ángel caído o no, él es el indicado para ella. Su herencia y su destino puede significar que siempre serán enemigos, pero no puede darle la espalda.

Pero ahora se enfrentan a su mayor desafío. Puede el amor sobrevivir a una brecha aparentemente insalvable. Y al final, ¿habrá suficiente confianza para reconstruir lo que se ha roto? Las líneas están dibujan - pero ¿de que lado están?

jueves, 6 de diciembre de 2012


El árbol de los amigos
Poema de Jorge Luis Borges.



Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino.

Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, más otras apenas vemos entre un paso y otro. A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.

Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos. El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá, que nos muestra lo que es la vida. Después vienen los amigos hermanos,  con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros. Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.

Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz. Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado un amigo enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.

Más también hay de aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca.

Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes, aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra. El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones.

Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.

Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad. Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros.

Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrán de los que no nos dejarán nada. Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.